La sacristía está dividida en tres cuerpos y cubierta por bóvedas pintadas al óleo por Sánchez Sarabia.
En ella encontramos unas llamativas cajoneras de tapadera de caoba y cajones en nogal tallados con bajorrelieves y tiradores de bronce. Los grandes espejos aumentan la luz y la espacialidad de la estancia, dando un aspecto acogedor y majestuoso.
Destacan también los enchapados de cerámica sevillana con motivos de cacería, paisajes campestres y figuras guerreras. En el centro de la sala podemos encontrar la llamada mesa “calicera” formada por dos columnas de mármol de Sierra Elvira y un gran talero de mármol de Macael, donde se preparan los cálices y útiles para la misa. Dos escaleras dan acceso a los laterales del Retablo Mayor, conectando así la sacristía con la Capilla Mayor de la Basílica.
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